Cuando los ministros de Hacienda y los presidentes de los bancos centrales lleguen a Washington para las Reuniones de Primavera del FMI y el Banco Mundial la próxima semana, tendrán mucho que debatir, desde la frágil recuperación de la economía mundial hasta el riesgo de inestabilidad financiera, desde la fragmentación hasta las consecuencias de la guerra de Rusia en Ucrania.
Pero es imperativo que no se olviden de las necesidades cada vez mayores de las naciones más pobres del mundo. En particular, el instrumento del FMI de probada eficacia para asistir a estos países—el Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza—necesita una urgente reposición de recursos.
Desde la pandemia, el FMI ha dado apoyo a más de 50 países de ingreso bajo mediante la concesión de préstamos sin intereses por valor de USD 24.000 millones a través del FFCLP, y con ello ayudó a evitar situaciones de inestabilidad en muchas de los países más pobres del mundo, desde la República Democrática del Congo hasta Chad y Nepal.
Ahora el FFCLP debe recibir recursos suficientes para que esta fuente vital de financiamiento sin intereses pueda continuar. Es una cuestión de máxima prioridad. ¿Por qué?
Las dificultades que atraviesan los países de ingreso bajo han aumentado considerablemente en los últimos años. Además de la pandemia, estos países se han visto afectados por una sucesión de shocks económicos. Y en la actualidad enfrentan más dificultades originadas en la escasez de financiamiento, la alta inflación, la persistente inseguridad alimentaria, la vulnerabilidad cada vez mayor de su deuda y las tensiones geopolíticas, especialmente en los Estados frágiles y afectados por conflictos.
Hemos revisado a la baja nuestras proyecciones de crecimiento para los países de ingreso bajo, cuyas tasas de crecimiento del ingreso per cápita están cada vez más lejos de alcanzar a las economías avanzadas, lo que amenaza con invertir la tendencia de las últimas décadas de convergencia hacia mejores niveles de vida.
Si no se toman medidas urgentes y no se brinda un mayor apoyo, estos países difícilmente puedan recuperar el terreno perdido.
De hecho, estimamos que las necesidades de financiamiento adicional de los países de ingreso bajo para acelerar el crecimiento y volver a colocarlos en una senda de convergencia de ingresos con las economías avanzadas, ronda los USD 440.000 millones para los próximos cinco años de aquí a 2026.
Las reformas nacionales dirigidas a impulsar el crecimiento, fortalecer las finanzas públicas y aumentar los ingresos internos deberían contribuir a satisfacer esta necesidad de financiamiento. Sin embargo, como destacaremos en una sesión especial de donantes y beneficiarios sobre financiamiento en condiciones concesionarias, que se celebrará el 12 de abril durante las Reuniones de Primavera, también se necesita más apoyo internacional, en especial porque la asistencia oficial para el desarrollo sigue siendo inferior a la meta de 0,7% del ingreso bruto nacional fijada por las Naciones Unidas.
Los países más ricos pueden ayudar a los más pobres movilizando sus recursos y financiando la labor del FMI, el Banco Mundial y otros organismos multilaterales, así como mediante sus propios programas de desarrollo bilaterales. El FMI seguirá trabajando con todos sus socios en el desarrollo para fortalecer la estabilidad económica y financiera en los países más pobres.
El FFCLP es una parte integral de este esfuerzo, que concede préstamos sin intereses para apoyar programas económicos bien diseñados dirigidos a ayudar a catalizar financiamiento adicional de donantes, instituciones de desarrollo y el sector privado. Los programas respaldados por el FFCLP también desempeñan un papel central en la creación de un entorno adecuado para lograr la resolución de la deuda de los países sobreendeudados. Y, como hemos visto durante la pandemia, el FFCLP también puede ofrecer rápido apoyo de emergencia ante los shocks.
A inicios de la COVID-19, el FMI rápidamente amplió el financiamiento de emergencia y el apoyo a los programas mediante el FFCLP, solo en 2020 los nuevos recursos comprometidos alcanzaron casi los USD 9.000 millones (6.500 millones de derechos especiales de giro). Y, en vista de la celeridad con que aumentan las necesidades de financiamiento de los países de ingreso bajo, se prevé que la demanda de préstamos en el marco del FFCLP alcanzará casi los USD 40.000 millones (DEG 30.000 millones) en 2020-24, cuatro veces mayor que su promedio histórico.
Déficit de financiamiento
El éxito de las reformas transcendentales al FFCLP que introdujimos en 2021 para acelerar la recuperación de la pandemia de los países de ingreso bajo depende de una estrategia de financiamiento que necesita captar recursos para préstamos por USD16.900 millones (alrededor de DEG 12.600 millones) y recursos para subvenciones por USD 3.100 millones (DEG 2.300 millones). Hasta el momento, los montos comprometidos ascienden a unas tres cuartas partes de los recursos para préstamos que se fijaron como objetivo, pero no llegan a la mitad en el caso de los recursos para subvenciones.
Los recursos para subvenciones del FFCLP que se necesitan obtener siguen aumentando debido a la demanda récord de esta ayuda del Fondo y el fuerte aumento de las tasas de interés.
Por ello, se requieren con urgencia más promesas de contribución a fin de alcanzar el objetivo de recursos acordado antes de las Reuniones Anuales de octubre en Marruecos, las primeras reuniones que se celebrarán en África en los últimos 50 años. En las Reuniones Anuales los países donantes tienen una oportunidad histórica de mostrar su compromiso para con el continente africano, acordando una estrategia a mediano plazo que permita situar los recursos del FFCL sobre una base sólida.
Si no logramos garantizar estos recursos, pondríamos en peligro la capacidad del FMI de dar el apoyo que tanto necesitan los países de ingreso bajo mientras procuran estabilizar sus economías en un mundo cada vez más proclive a los shocks. El mensaje es claro: Nuestros miembros deben aunar sus esfuerzo y ampliar el apoyo a estos países vulnerables.
Y proporcionando recursos al FFCLP es la mejor forma de hacerlo.
Cooperación internacional
Del mismo modo que la cooperación internacional puede solventar las deficiencias de recursos, también puede ayudar a desbloquear el problema de la deuda que impide a algunos países el acceso a financiamiento en condiciones concesionarias.
Si bien los coeficientes de endeudamiento siguen siendo más bajos que antes de la iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados (PPME) a mediados de la década de 1990, las vulnerabilidades de los países de bajo ingreso han aumentado considerablemente y la tendencia es preocupante. Alrededor de un 15% de los países de ingreso bajo ya se encuentran en una situación crítica por sobreendeudamiento, y un 45% se enfrentan a una elevada vulnerabilidad derivada de la deuda. Con el aumento de las tasas de interés internacionales, esto genera riesgos aún mayores y limita el espacio fiscal.
Mientras tanto, debido a los cambios en el panorama de los acreedores, los países tienen más dificultades para reestructurar las deudas que no están en condiciones de pagar. Los acreedores son mucho más diversos que en el pasado y los mecanismos de coordinación son, en gran medida, imperfectos. A la difícil situación que atraviesan los países más pobres se suma la fragmentación geopolítica, situación que dificulta el consenso internacional en áreas de interés común, entre ellas, la deuda.
Urge acelerar la implementación del Marco Común del G20 para el tratamiento de la deuda que permita asegurar la coordinación y generar confianza entre acreedores y deudores. Para agilizar los avances, los aprendizajes extraídos del caso de Chad podrían aplicarse a Ghana y Zambia.
La Mesa Redonda Mundial sobre Deuda Soberana que iniciaron el FMI, el Banco Mundial e India (como presidente del G20) en febrero abre la puerta para lograr un mayor consenso entre las principales partes interesadas. Estamos trabajando arduamente para seguir avanzando cuando todos los participantes de la mesa redonda —acreedores y deudores— se sienten juntos el 12 de abril durante las Reuniones de Primavera.
Sin lugar a duda, cuando los ministros de Hacienda y los presidentes de los bancos centrales de nuestros 190 países miembros lleguen a Washington la próxima semana, habrá mucho que debatir. Pero estos líderes no deben permitir que otras dificultades dejen en segundo plano las acuciantes necesidades de las naciones más pobres del mundo.
El apoyo al FFCLP es una excelente forma de mantener este tema entre las prioridades de la agenda mundial.
—Este blog refleja las contribuciones de Guillaume Chabert, Kangni Roland Kpodar y Xin Tang.